Con la llegada de los juegos olímpicos a la ciudad de Río de Janeiro, se inició un proceso de recuperación de su Centro Histórico y en concreto, de la antigua zona portuaria, llamada Porto Maravilha.
La plaza Mauá, se convirtió en el epicentro de esa recuperación y ahí se construyó el Museo del Mañana. ¿Por qué este nombre? Porque esta edificación es un lugar de debate y estudio del futuro del planeta, en el que se analiza el impacto de nuestras acciones y qué podemos hacer para conseguir un futuro sostenible.
Se trata de una de las primeras obras de esta envergadura del arquitecto español Santiago Calatrava en Latinoamérica. Inspirado en el Jardín Botánico de la misma ciudad, dio vida a un edificio de 15.000 metros cuadrados, que parece flotar sobre el mar y que se asemeja a una catedral sin pilares.
Un edificio que además, cuenta con la certificación Leed, en este caso la Gold Leed Certification, concedida por el Green Building Council, que le acredita como un edificio sostenible y respetuoso con el medioambiente.
Este mismo año, ha sido galardonado con el premio “Best Innovate Green Building”
El Museo del Mañana, ejemplo de arquitectura sostenible
Veamos de forma resumida en dónde están las claves, para que este edificio se haya merecido estos reconocimientos por su respeto al medio ambiente.
Su tejado está recubierto por paneles móviles, que siguen el movimiento del sol, lo que le permite maximizar el tiempo de absorción de energía solar.
Se recoge el agua de la lluvia y se reutiliza en determinadas zonas del edificio como las cisternas de los inodoros y otros puntos.
El sistema de climatización también ha incorporado una singularidad importante, ya que canaliza el agua fría del fondo de la bahía de Guanabara para refrigerar el edificio.
El resultado, un ahorro estimado de 9,6 millones de litros de agua al año y 2.400 MWh de electricidad. Energía suficiente para sostener 1.200 hogares de tamaño medio.