Encontrar la temperatura adecuada en la oficina es imprescindible para trabajar cómodamente, tanto en verano como en invierno. Con la llegada de varias olas de calor, queremos recordar la importancia de crear un ambiente de confort en los espacios de trabajo, ya que repercute en el bienestar y efectividad de los trabajadores.
Según el INSHT (Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo), hay confort térmico cuando las personas no sienten frío ni calor y se encuentran en una temperatura favorable para la actividad que están realizando. Dentro de las sensaciones térmicas de cada persona hay un grado relevante de subjetividad, por lo que es imposible lograr un bienestar térmico total en el que todos los trabajadores se sientan a gusto. Aun así, debe alcanzarse un alto nivel de comodidad, teniendo en cuenta que siempre existe un porcentaje de personas que estarán insatisfechas (el margen es del 5-10%).
El confort térmico está compuesto de la temperatura operativa, la velocidad del aire y la humedad. En el caso de la temperatura, la recomendada en verano para el aire acondicionado está entre 23° y 26° C, mientras que, en invierno, época de calefacción, es entre 20° y 24° C. Con estas temperaturas se consigue confort, y si se mantiene dentro de estos rangos, permite ahorrar en el consumo de energía y reducir el gasto mensual. Además, la empresa será más sostenible, ya que se reducirán las emisiones de CO2.

Para conservar estas temperaturas en el entorno de trabajo y hacer un uso eficiente de la energía, se pueden seguir estas recomendaciones:
- Apagar el aire acondicionado o calefacción cuando no se esté usando, o disminuir su intensidad si el espacio queda vacío durante un tiempo largo.
- Realizar revisiones periódicas y mantenimiento de los sistemas de climatización.
- Instalar termostatos de regulación de la temperatura, mejorando el confort y ahorrando más energía.
- Elegir ropa transpirable y ligera en verano, adaptándola a la temperatura ambiente.
- Evitar los cambios bruscos de temperatura en el espacio de trabajo. Debe hacerse de forma gradual para aumentar la vida útil de los aparatos eléctricos y evitar consumos innecesarios de energía.
- Instalar sistemas de aislamiento en paredes, suelos y techos con los materiales adecuados para evitar la entrada de frío o calor del exterior.
- Regular la temperatura a lo largo de la jornada. La temperatura corporal y ambiental cambia a lo largo del día, variando la sensación de frío y calor. Es importante adaptar la temperatura dentro de los rangos recomendables.
- Organizar el espacio de trabajo procurando que los equipos de aire acondicionado o calefacción no incidan sobre el cuerpo de los trabajadores directamente, así se evitarán dolencias de cabeza, garganta, mareos…
En cuanto a la humedad, en temperatura ambiente se debe situar entre el 30 y el 70%, pero con el aire acondicionado, no debe ser inferior al 50%.
Por último, la velocidad del aire no debe ser superior a 0,1 metros por segundo.
Estas son las recomendaciones del INSHT, pero en el ámbito legislativo, el Real Decreto 107/2007 aprobó que los valores aportados por el RITE (Reglamento de Instalaciones Térmicas en Edificios) eran los que estaban de acuerdo con la ley de prevención de riesgos laborales.
Según el RITE, la temperatura operativa recomendada es:
- En verano, entre 23° y 25° C (frente a 23° y 27° C según el INSHT)
- En invierno, entre 21° y 23° C (frente 17° C y 24 ° C según el INSHT).
- La humedad relativa marcada está entre el 45-60% en verano y entre el 40-50% en invierno.
- La velocidad del aire debe ser menor a 0,2 metros por segundo.
Pese a que los valores marcados varían, lo óptimo sería mantenerse en el umbral aceptado por ambos organismos para no incumplir ninguno de los dos. Además, así se garantiza la seguridad, salud y cuidado de los trabajadores.